Excusas del Salvador

Pergeñado por Monsieur Hoffmann | Posteado in | a las 14:25


Como en un principio, como desde siempre, nadie perturbaba su calma en la hamaca. Era invulnerable a cualquier esperpento neocolonialista. Los ángeles asediaban su meloso bigote, los oía y contemplaba. A unos metros, su Galatea, paciente y con la mirada materna de quien ve a dos niños divertirse en el parque. Pero lo veía a él, que no contemplaba más que sus propios parpados, pensando en la fluidez del agua, así como también en la del tiempo. Narciso se arrepiente, casi de rodillas y se ahoga en su imagen. Ella, con su mirada soviética, entre las esferas espera la luz, la misma que espera Venus en su vientre. Esa que aguarda en los despojos del materialismo mundano, de lo real, allí, cruzando el portal onírico que nos abre un nuevo plano, un nuevo ideal.
En los anales de la mitología nace su imaginación, inconsciente, subconsciente, detrás de sus ojos, donde yace el alma o la consciencia según su estado de ánimo.
Es hora, los ángeles se esfuman como el humo de un cigarro, y allí Gala, siempre esperando.

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